jueves, 7 de febrero de 2013

Al Filo de lo Imposible: Almanzor

El primer fin de semana de febrero del 2013 el equipo de Al Filo de lo Imposible se traslada a la sierra de Gredos, para vivir la aventura más difícil de Alberto Soria y Paquito Oiarzábal apellidos ilustres del alpinismo español, querían emular a sus tíos con su primera ascensión invernal al Pico Almanzor (2.592 m) la cima más alta del sistema central.
La aventura comienza el sábado 2 de febrero con el grupo de seis sherpas con la marcha de aproximación desde la Plataforma al Refugio Elola (1.950 m), que se encuentra en la Laguna Grande en esta época completamente helada, desde el punto más alto de la marcha el Alto de los Barreones (2.160 m) se puede ver en todo su esplendor el Circo de Gredos, pero precisamente el sábado el cielo esta cubierto aunque no amenaza tormenta por la tarde.
En poco menos de tres horas recorren los casi siete kilómetros con un desnivel de cuatrocientos metros, atravesando la laguna helada.

Paquito oiarzábal con los sherpas en el Refugio Elola
Poco antes de las cinco de la tarde Alberto Soria, Paquito Oiarzábal y los seis sherpas alcanzan el refugio Elola, donde tienen reservado alojamiento en la habitación Hermanitos que comparten con otros grupos, el refugio en esta época esta completo.
Después de guardar el material en las taquillas pasan dentro a comer un poco, la verdad es que hambre no pasan viendo la cantidad de comida que traen los sherpas.
Un par de horas más tarde en el segundo turno la cena, de primero lentejas, de segundo filetes de lomo con puré de patatas y natillas con galleta de postre. Para beber un par de frascas de vino para brindar por el buen comienzo de su aventura.
Alberto Soria y Paquito Oiarzábal repiten el primero y segundo para coger fuerzas para el día siguiente.
Pasadas las diez todos como hermanitos a la habitación a intentar dormir un poco. A las siete suena el despertador Alberto Soria y Paquito Oiarzábal se visten y bajan a desayunar un café con galletas, salen un momento a preparar la mochila mientras la luna se esconde el Almanzor todavía duerme.
El Almanzor duerme

El día amanece despejado con los primeros rayos de sol el Almanzor despierta, a las ocho y media equipados con los crampones y piolet Alberto Soria y Paquito Oiarzábal esperan a los sherpas que no aparecen, seguro que están dormidos.
El Despertar del Almanzor

Menos mal que el grupo de montaña de Peñalara equipados les acompañan, bueno más bien al contrario Alberto Soria y Paquito Oiarzábal no tienen arnés, cuerdas y conocimientos de escalada, comienzan el ascenso con el grupo Peñalara que no supera las veinte personas.
Grupo Montaña Peñalara

En el primer kilómetro de marcha Alberto Soria sufre un golpe en su gemelo derecho, pero Paquito Oiarzábal que camina unos metros por detrás no ha sido, sin duda parece una rotura de fibras pero Alberto Soria continua el último del grupo, pisando de lado parece un pato mareado, a medida que la pendiente aumenta el dolor se incrementa pero no piensa abandonar tan fácilmente.
La ruta elegida por el grupo de montaña de Peñalara la clásica por la portilla de los crampones con un desnivel de un 35º en su inicio y 45º en la parte final, al llegar a la portilla los peñalaros se equipan con arnés y cuerda para subir encordados, Alberto Soria y Paquito Oiarzábal sin arnés continúan ascendiendo con crampones y piolet, agotados esperan sentados en la puerta de la portilla al grupo de Peñalara.
Pero los peñalaros no llegan y sentados al lado un grupo de jóvenes Madrileños equipados, al ver la falta de material de Alberto Soria y Paquito Oiarzábal comparten sus cuerdas y arneses.
En este punto de la ascensión las primeras ráfagas de viento azotan sus cuerpos, ya no hay vuelta atrás Alberto Soria y Paquito Oiarzábal continúan con sus nuevos compañeros de cordada hacía la cima del Almanzor.
Bordean por la canal sureste con un paso complicado para salvar una roca en la pendiente, la senda es estrecha y un mal paso es peligroso, continúan ascendiendo por nieve, roca y hielo hasta la chimenea que no quema, esta helada un tramo P.D (posible dificultad) de 45º de inclinación de roca, en invierno con hielo muy complicado.
Grupo Madrileño en la chimenea

Alberto Soria y Paquito Oiarzábal no están encordados y una caída es peligrosa, pegados a la roca como pulpos asustados buscan un pequeño saliente para el pico del piolet y los pinchos de los crampones para salvar el desnivel y con un par de cojones se encuentran montados en la roca a escasos metros de la cima.
Pasado el susto continúan a pie hasta la cima del Almanzor (2.592 m) las fuertes ráfagas de viento superiores a 50 km/ hora no les deja alcanzar el vértice geodésico, buscan refugio en una roca para la foto de cumbre, pero el viento ventisquero no da tregua y continua soplando con fuerza.
Alberto Soria y Paquito Oiarzábal en la cima del Almanzor

Un miembro de la cordada en la cumbre pregunta ¿tenéis seguro de montaña?. En este momento Alberto Soria piensa en un posible rescate como única vía de descenso, pero con temporal de viento como coño puede volar el helicóptero hasta la cima. Había pasado más de cuarto de hora y continúan en la cima, están acojonados y congelados los cristales de las gafas de Alberto Soria dos placas de hielo y las pestañas con bolitas de hielo.
No saben como coño van a bajar y se preguntan ¿por qué estoy aquí?, Alberto Soria piensa en volver a ver a su madre en el cielo un año después de su muerte.
Agarrado a una roca aguanta como puede el fuerte viento de costado mientras espera su turno, detrás de Paquito Oiarzábal tienen que descender por una estrecha canal sin ver lo que hay debajo, las placas de hielo no están graduadas, casi pisa la cabeza de su amigo Paquito Oiarzábal su única visión el último de la cordada que espera su turno.
Acojonado busca agarre para los crampones y piolet una caída puede ser mortal, alcanza la argolla incrustada en la roca donde esta la cuerda del rapel, encuentra a varios alpinistas que esperan el turno del rapel, continua con el hielo en los cristales y preocupado grita Paquito, Paquito para encontrar a su amigo que esta justo al lado.

Encuentran un pasillo para resguardarse del viento, el miedo y el frio se apodera de Alberto Soria que esta temblando.
Mientras esperan su turno reciben un curso acelerado de rapel, mal sitio para su primer rapel por la chimenea del Almanzor, otros alpinistas no quieren esperar están helados, colocan un cordino en una roca para sujetar otra cuerda para descender de dos en dos. El grupo de Madrileños coloca la cuerda doble de sesenta metros para rapelar treinta metros el resto de chimenea con crampones y piolet.
Alberto Soria rapelando en la chimenea

Colocan los arneses a Paquito Oiarzábal y Alberto Soria con un ocho y mosquetón enganchan la cuerda, primero desciende Paquito y después Alberto llegado al punto final el último de la cordada, continúan descendiendo por la canal sureste hasta la puerta de la portilla de los crampones, ya pueden respirar tranquilos lo peor ha pasado, en este punto sopla menos el viento.
Alberto Soria con el gemelo tocado desciende el último del grupo, el peligro ya paso.
Desde que salieron del refugio después del desayuno no comen nada y tampoco beben el agua está congelada.

A las tres de la tarde están de vuelta en el refugio Elola que esta cerrado y los sherpas no están, seguro que están de vuelta a Madrid.
Alberto Soria y Paquito Oiarzábal cruzan la laguna helada y ascienden despacio están agotados al alto de los Barreones, para descender a la plataforma donde tienen el coche.
Para cruzar el río por un puente de cemento se quitan los crampones sus pies están cansados, todavía encuentran por el camino placas de hielo que no pueden evitar, con sus huesos en el suelo dan.

Por fin después de nueve horas y media llegan al parking de la plataforma contentos por haber conseguido su primera ascensión invernal, a una cumbre difícil dejando en buen lugar el nivel de su apellido, la pena que los amigos del grupo de VICEN no les habían recibido con honores.

2 comentarios:

  1. Valientes o temerarios?

    Next time... Mejor preparados y más racionales

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  2. Anda Alber, pa haberse matao... Q pena perdermelo el Almanzor, precioso

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