viernes, 3 de febrero de 2012

Vuelta a los jardines


De camino a la Granja los amigos Miguel Alhambra, Estrella, Mahouhamed y Mari Cruz Campo hablaban de sus viajes programados.

En unos días Miguel Alhambra partía a tierras escocesas en busca de Sir Pacoyo, Estrella al camino hasta Santiago, la joven Mari Cruz Campo a tierras holandesas a buscar a María y Mahouhamed al día siguiente partía de madrugada a la feria de Zaragoza.

En la plaza del mercado estaba el bar Castilla del primo de la amiga de Estrella, ganador del Gran Trail de Peñalara y compañero de Mahouhamed del club de montaña.

A las doce comenzó la prueba campestre, poco antes había llegado el primo Jorge con su familia.

En las primeras cuestas se marcharon Miguel Alhambra y el primo Jorge, por detrás Mari Cruz Campo o varios metros Mahouhamed con su lumbago, acompañaba a su amiga engañada por el perfil de la prueba, a mitad del recorrido abandonan los jardines y comienzan a subir por sendero de montaña con tramos de nieve y hielo, Mari Cruz Campo lo comparaba con la subida al cerro de La Marmota, en el alto buenas vistas de Segovia y La Granja.

La bajada peligrosa por el hielo, baja de la mano con su amigo, llegados a La Granja pasan por el callejón de la bruja, que no estaba porque también corría. En un tiempo de cuarenta y cuatro minutos entran en meta, abrazados los dos, Mari Cruz Campo contenta por su primera carrera de montaña, besa a su amigo por acompañarla.

En la plaza esperaba su amiga Estrella con el lobito Amstelmo, que buscaba a las corderas en la granja, reunidos los amigos que mejor que choricitos y un caldito que abrasa para reponer fuerzas y lo mejor para las piernas una ducha fría y jabón para el barro de sus posaderas.

Después de comer en el bar Castilla judiones y rabo, parten a la posada de Mari Cruz Campo a tomar chocolate con maria y chupitos de aguardiente que abrasa por dentro. A la joven Mari Cruz Campo se le murió el conejo, los amigos le preguntaron que le paso a su conejo.

De la granja también volvía con ellos el lobito Amstelmo, que sustituía al conejo de Mari Cruz y la cuidaba por las noches, mientras estaba viendo el gato. Miguel Alhambra y Mahouhamed habían encontrado al lobito en Gredos y se lo regalaron a su amiga, que no quería vivir sola.

El cuentista también madruga para acompañar a Mahouhamed en su viaje a Zaragoza, a las tres al levantarse se acordó de la santa de Mari Cruz que no se levantaba hasta las ocho para ir a la fuente.

De camino escribió este cuento con un boli de vaquita, que compro por el camino, en su bloc de notas que compro en un chino.

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